La COMPAÑÍA DE VINOS TRICÓ es un proyecto muy personal de José Antonio
López. La bodega toma su nombre de la
palabra, Tricó, que es la forma en que en algunos lugares de Galicia llaman a
los hijos tardíos, casi inesperados, que
terminan siendo la alegría de la casa y los más mimados de la familia. La
metáfora ilustra perfectamente el sentir de José Antonio cuando puso en marcha
su COMPAÑÍA DE VINOS TRICÓ, después de varias experiencias de elaboración.
Es un proyecto muy apegado al entorno y donde cada elemento está
pensado para ser la manifestación de un sentir gallego, dentro de un marco
perfectamente identificable. Aspira a extraer el verdadero carácter de la variedad
albariño y que ésta se exprese de forma auténtica.
“Creé este proyecto con el
propósito de sintetizar todas las experiencias acumuladas en mis anteriores
bodegas con otros socios, con el ánimo de asegurar un recorrido en solitario
que me permita elaborar los vinos tal y como
los concibo; verdadero reflejo de
terroir sin concesiones”, dice José Antonio.
Como la COMPAÑÍA DE VINOS TRICÓ responde a experiencias muy personales,
las etiquetas también reflejen ese espíritu que se ha querido imprimir a
todo. El diseño de cada etiqueta guarda
una historia familiar y local que de algún modo es también reflejo de un
tiempo. Todos los dibujos están sacados de un cuaderno escolar de la madre de
José Antonio que, siendo una niña en la aldea de Cequeliños, dibujaba, escribía
y recreaba las historias de su infantil imaginación que han quedado
entremezclados en los cuadernos de los deberes escolares.
LOS PRIMEROS PASOS

En el año 2007 sale el primer albariño, TRICÓ, que se estrena en el
mercado. Nace con carácter y con más
potencial de envejecimiento que los albariños al uso. Además, TRICÓ 2007 reveló
el enorme potencial de parcelas concretas y abrió el camino para elaborar vinos
de pagos ya perfectamente identificados que serían el germen de las siguientes
marcas que la bodega ha ido sacando al
mercado a lo largo de los años.
Cuando se dan circunstancias vitícolas y climáticas excepcionales, el
viñedo se comporta de forma extraordinaria también. Fue exactamente lo que ocurrió en la cosecha 2010. Al comprobar el alto grado y las
cualidades de un depósito concreto, se optó por embotellarlo de forma. Se
reconocía así la singularidad de un pago específico que dio lugar a elaborar NICOLÁS.
Fue un año excepcional y NICOLÁS demostró la complejidad, la corpulencia, el
volumen y la madurez que puede encerrar un albariño que, además, gana con el desarrollo en botella. Siempre que la naturaleza se muestre igual de
generosa que en esa primera añada, habrá un NICOLÁS que así lo refleje .
Un año más tarde, en 2011, completa la gama el albariño TABLA DE SUMAR.
La idea fue la de responder a la creciente demanda de un vino de corte más
sencillo, pero que también fuera verdadera expresión de la uva albariño. Un vino igualmente fiel a su entorno y su
carácter varietal, pero más ligero y fresco. Un vino más alegre y sin vocación
de guarda.
Para completar la gama, este año se estrena CLAUDIA. Otro vino de pago
cuya uva delicada ha dado un vino más amable, con mayor perfume y delicadeza,
pero igualmente expresivo y seductor. Un albariño de otro pago concreto que reúne
cualidades igualmente reconocibles en un albariño, pero con un toque más
elegante y amable que es también otra cara de la variedad autóctona de Galicia.